¿Cuántos años han pasado desde la última vez que tocaste en una banda de metal extremo? Para mí van como unos 6 años, si no es que más. Se extraña, se extraña muchísimo.
No es que tocar otros géneros no resulte placentero, pero hay algo en el metal que se parece muchísimo al orgasmo de las tres caídas sin límite de tiempo, sin relgas, todos contra todos y todo eso. ¿Lucha libre? ¡Ja, claro que no! Sabes a qué me refiero. Sí, dejaste los 18 años con todas sus telerañas atrás y lo sabes.
En eso estaba pensando ayer cuando entré a ejercitar un poco la muñeca en Tegaki E: Metal extremo.
...La greña larga que sobrepasa los límites de tu tatuaje de toda la espalda (o bien la cabeza de pelón de hospicio, para que vean que el frío y los piojos te hacen los mandados), el tapiz parcial o total de tatuajes, las bototas negras matarratoncitos (que en realidad muchos metaleros ocuparían más bien para correr del ratoncito o simplemente para empujarlo a un lado), los pantalones con bolsillos externos (camuflados como de soldadito o negros si prefieres verte como vigilante de Wal*Mart), las playeras negras con logotipos indescifrables (mientras más vieja o desconocida la banda, más "true" parece el que la porta) Pero sobre todo la increíble sensación de poder que te otorga tocar el metal más brutal en un escenario frente a decenas de metaleros -cientos si tienes la suerte de tocar en un festival grande o si eres lo suficientemente famoso para que vayan todos ellos a verte a ti- ya sea que cual posesos por Satán hagan el mosh (slam), que levanten la mano con la señal del diablo al ritmo de tus acordes (cuernitos que han sido muy devaluados por los rockerillos de fin de semana y los poperos que confunden géneros), que berreen desgañitándose sin saber siquiera la letra de tus canciones, que hagan ventilación gratuita con la mata de cabello, que se trepen al escenario para aventarse como clavadistas de La Quebrada (Acapulco, Mex.) o que simplemente crucen los brazos y levanten la barbilla mientras tocas para finalmente aplaudir dos o tres veces cuando acabas (para esa última sub-raza de metalero, tres palmaditas significan que eres sorprendemente bueno)...
El resultado: Base ov Metal, un ejercicio rápido en escala de grises con las herramientas básicas de Tegaki E, representando mi instrumento favorito: el bajo eléctrico (y echando mano del parecido fonético entre Bass-Bajo y Base-Base). Hasta la próxima.
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